Imposible y Posible

Catálogo de la Exposición con texto de Claudia Rodríguez Ponga. Museo Francisco Sobrino. Guadalajara.
AINA ALBO: IMPOSIBLE Y POSIBLE (Hoja de sala)
Esta exposición compone una selección de los fenómenos atmosféricos, estelares y ópticos que obsesionan a Aina Albo. El parhelio, el rayo verde, el analema, eclipses o el espectro de Brocken conforman el atlas de imágenes de la artista que, más allá de la búsqueda del fenómeno en sí, tiene que ver con “la capacidad de viajar mentalmente entre diferentes dimensiones de tiempo subjetivo”, nos dice la artista.
Algunos de los fenómenos que componen el “atlas” de Aina Albo han sido observados, por ella, de forma directa. Pero también están aquellos que la artista imagina o conoce por medio de relatos e imágenes encontradas. Las primeras se convierten, también, en imágenes, mientras que las segundas se convierten, también, en recuerdo. El archivo de Aina está compuesto por imágenes de ambos tipos que, indiferentes a su procedencia, se solapan y relevan. Por ejemplo, un fenómeno que se vuelve conocido por un relato de Julio Verne, como el rayo verde, se vuelve imagen al fijarse en la psique de la artista, sin haber visto necesariamente uno en directo. Por otra parte, es muy posible que la fijación por esa imagen sea precisamente lo que conduzca más adelante a la observación presencial del fenómeno.
Y es que la imagen, como dice Hans Belting en su “Antropología de la imagen”, es más que un producto de la percepción. Se manifiesta como resultado de una simbolización personal o colectiva. Todo lo que pasa frente al ojo interior puede entenderse como imagen, o transformarse en una imagen.1 Nosotros, los humanos, somos el principal medio de difusión de imágenes. Por eso somos portadores de imágenes, pero también somos seres circunscritos a imágenes, transformados por ellas. Imágenes de lo imposible (o de lo improbable) nos parasitan, y se vuelven posibles (o más plausibles).
Esta dualidad posible/imposible se nos ofrece, con la consciencia de un título recurrente, en algunas de las obras de Aina: en la confluencia de un eclipse lunar y solar, por ejemplo. O en la representación, también simultánea, del sol y de algunos de esos desafortunados satélites llamados “Starlink” y que son prueba de hasta qué punto lo imposible, concebido con la fuerza de una imagen fantasmática, puede viajar del interior de nuestra psique al mundo exterior, y transformarlo (muchas veces a peor).
La obra de Aina Albo nos ayuda a ubicarnos en ese viaje de las imágenes desde más allá de su tangibilidad. Las imágenes pueden ser imposibles y posibles, precisamente porque la imagen es el vehículo que comunica, gracias a su naturaleza híbrida, lo interior y lo exterior. Su enorme poder depende de que haya una toma de conciencia, una mínima grieta de luz2 que se abra y permita que nos afirmemos en que somos el lugar de las imágenes y que, sin ser sus dueños, nuestro papel en la conformación de estas es fundamental en la configuración de lo real.
Claudia Rodríguez-Ponga Linares.
1 Belting, Hans. Antropología de la imagen. Katz Editores, Buenos Aires y Madrid, 2007, p. 14.
2 “Grieta de luz” es otra fórmula que Aina usa para titular sus obras y referirse a la creación de un pequeño abismo de la percepción.